La inteligencia emocional y creativa es algo fundamental en el campo educativo, hoy por hoy, y para ello, definir la inteligencia emocional supone mencionar la habilidad de toda persona de conocerse a sí mismo en tanto en cuanto es capaz de identificar sus emociones y las de los que les rodean, yendo un paso más adelante, como broche final, sabiendo tener empatía con los demás a la hora de resolver conflictos o en cualquier tipo de situaciones adversas buscando soluciones alternativas. Es por ello que el maestro juega un papel esencial en las etapas educativas en las que trabajamos con los niños, ya que ejercemos gran influencia sobre ellos, no sólo por el número de horas que pasamos con los alumnos, sino por el papel del maestro como modelo positivo de referencia para el educando.
El marco de la inteligencia emocional está íntimamente relacionado con las HABILIDADES SOCIALES, importantísimas en el desarrollo de todo ser humano.
Para comenzar y antes de proseguir con unas pinceladas teóricas, considero relevante el siguiente documento sobre la inteligencia emocional aplicada en los colegios siguiendo el trabajo de la Fundación Redes para la Ciencia y una de las investigadoras actuales sobre inteligencia emocional , Linda Lantieri :
El primer uso del término inteligencia emocional se debe a Wayne Payne, en su tesis doctoral "Un estudio de las emociones.El desarrollo de la inteligencia emocional" , de 1985.Sin embargo, el término "inteligencia emocional" se mencionó anteriormente en textos de Leuner en el año 1966. Greenspan también presentó en 1989 un modelo de inteligencia emocional, pero los primeros profesionales que definieron de forma muy clara el término de inteligencia emocional fueron John Mayer, de la Universidad de New Hampshire y Peter Salovey de Harvard, los cuales en 1990 hablaban de "la capacidad de controlar y regular las emociones de uno mismo para resolver los problemas de manera pacífica, obteniendo un bienestar para sí mismo y para los demás; es también guía del pensamiento y de la acción".
El profesor D. Daniel Goleman se centró en dichos estudios ya hechos de la inteligencia emocional para luego investigar sobre el fundamento biológico de las mismas estableciendo la relación de las emociones con la parte volitiva del cerebro, su implicación en las relaciones humanas y en el campo educativo.
Es de tal calibre la importancia de la inteligencia emocional que cualquier profesional puede tener unos grandes conocimientos sobre su materia y un cociente intelectual elevadísimo pero, si es incapaz de saber realacionarse con los demás, si es incapaz de tener empatía con los que le rodean, si es incapaz de transmitir sus conocimientos y habilidades, sus posibilidades de éxito en la vida y sus capacidades para ser feliz se verán muy disminuidas.
Desafortunadamente, no son muchos los maestros que en mi caminar me he encontrado con la preocupación y las ganas de luchar en el campo educativo por una educación emocionalmente inteligente y por el potenciar la inteligencia visual y creativa.
Sin embargo, el pasado curso, he logrado formar un maravilloso grupo de trabajo con estupendos profesionales en colegios de la zona Norte de Madrid, zona Oeste, zona Sur, Madrid centro y algún que otro profesional que poco a poco se irá incorporando al grupo de investigación de las inteligencias múltiples, potenciación de la inteligencia visual y creativa e inteligencia emocional en la enseñanza de la una segunda lengua, ya que soy especialista de lengua inglesa en un colegio con el proyecto bilingüe de la Comunidad de Madrid donde trabajo.
Para iniciarnos en qué consiste la capacidad de esperar algo que uno desea conseguir con mucha ilusión Daniel Goleman lo define como la gratificación diferida, capacidad muy importante, susceptible de ser educada, para ser exitoso en la vida. Muestra de ello es este video donde podemos ver cómo reaccionan diversos niños ante un impulso hacia algo enormente atractivo hacia ellos. Es algo que hoy en día ocurre en muchas ocasiones, nos encontramos con niños, cada vez con más frecuencia, con menos capacidad de espera, con menos paciencia, para conseguir lo que desean.
Esta capacidad de espera forma parte muy importante de la inteligencia emocional.
