martes, 13 de marzo de 2012

"TODOS LOS NIÑOS PUEDEN SER EINSTEIN" Don Fernando Alberca "LA CRISIS" Albert Einstein





"Licenciado en Filosofía y Letras, y Master en Dirección de Centros Educativos, ha sido miembro del Consejo Escolar del Principado de Asturias y  del Programa Argos 2004 para el Fomento de la Lectura del Ministerio de Educación. Actualmente es profesor del Instituto Educación y Protocolo, atiende un Gabinete de Rendimiento Escolar y Relaciones Familiares y es profesor titular en la Escuela Universitaria de Magisterio Sagrado Corazón de Córdoba, donde imparte las asignaturas de Orientación Educativa y Convivencia escolar y cultura de paz en la Educación Primaria.
Un niño juega junto a una estatua de Einstein (Foto: EFE) 


Además, es autor de varios libros, sobre educación, motivación, afectividad y aprendizaje, tales como ‘Cuatro claves para que tu hijo pueda ser feliz’, ‘Guía para ser buenos padres’, 99 trucos para ser feliz’, ‘La revolución necesaria: ser libre, inteligente y feliz’, entre otros. Uno de sus últimos libros ‘Todos los niños pueden ser Einstein’, ha sido un auténtico éxito de ventas. Reconocidos expertos en educación y relaciones interpersonales, como el psiquiatra Enrique Rojas, lo citan en sus libros y le consideran uno de los mayores expertos en afectividad y motivación del mundo." (Sur.es)

Antes de proceder a informar sobre lo que del profesor Don Fernando Alberca se publica en "La Vanguardia.com", doy paso a un vídeo que expone muy claramente el tipo de pedagogía que practica nuestro profesor :






Fernando Alberca es profesor, formador de maestros y autor, entre otros libros, de Todos los niños pueden ser Einstein (Toro mítico). “Si un maestro pide a un niño que dibuje un paisaje y el crío es muy original y pinta todo de negro, el profesor le rectifica; el profesor no está preparado para ser sorprendido y, habitualmente, no le gusta ser sorprendido; el profesor quiere que las respuestas en los ejercicios y en los exámenes se ajusten a lo que dice el libro o él ha explicado, y eso limita el potencial de los niños, los hace más torpes y menos inteligentes porque utilizan poco la imaginación, no se les deja ser creativos, y así pasa que, cuando salen de primaria, y aún más de secundaria, son menos creativos que cuando llegaron a la escuela”, relata.


Fernando Alberca pone como ejemplo lo que ocurre en sus clases de ética, en cuarto de ESO, cuando plantea a sus alumnos qué tipo de examen prefieren: si uno para el que tengan que estudiar y repetir lo que pone en el libro, u otro para reflexionar sobre los temas que han tratado en clase. “Incluso los más brillantes se sienten inseguros sobre la nota que sacarán en un examen abierto y prefieren una prueba donde puedan asegurar un nueve sin riesgo; ¡pero sin riesgo no hay posibilidad de mejorar!”, se lamenta.
Dicen los expertos que tampoco debe extrañar la reacción de esos chavales, de 15 o 16 años, cuando llevan desde los tres percibiendo que en el colegio es mejor no dar opiniones propias o diferenciadas si no se quiere correr el riesgo de oír que son “descabelladas” o de que le pongan a uno en ridículo, y enfrentándose a exámenes donde lo que se revisa es qué errores han cometido en lugar de si han creado o inventado algo, o elaborando trabajos donde el profesor no sólo dicta el tema sino el guión que seguir, la extensión que ha de tener, la forma de presentarlo y, a veces, hasta las fuentes donde obtener la información, tal y como explica el director del Instituto Avanzado de Creatividad Aplicada total y del máster en Creatividad de la Universidad Fernando Pessoa, David de Prado.

Fernando Alberca enfatiza que hay un trasfondo anatómico (neurológico, si se quiere) en todo este debate. “La creatividad tiene que ver con el hemisferio derecho del cerebro, el que rige las emociones, la imaginación, los sentimientos… Y la escuela está centrada en el hemisferio izquierdo, en el análisis, la razón, la secuencia uno a uno. Por eso se organiza en cursos, trimestres, lecciones… y se prima la organización, el orden, los trabajos en power point y los exámenes de respuestas cerradas”, explica. La realidad es que todas las personas (maestros y alumnos incluidos) disponen de los dos hemisferios cerebrales, pero la mayoría utiliza más uno que otro, y eso hace que cuando un profesor da unas explicaciones matemáticas o sobre física basadas en el hemisferio izquierdo, estas resulten de difícil comprensión para aquellas personas con predominio del hemisferio derecho. ¿Qué quiere esto decir? Que cuando el maestro pregunta a un niño “¿5 y 7?”, y este responde “57”, quizá ni sea un ignorante ni esté burlándose del profesor, sino, simplemente, aplicando una lógica diferente, la de unión en lugar de suma. Alberca explica un caso vivido en primera persona cuando, ante un problema matemático que decía “si hay ocho caracoles en una cesta y salen dos ¿cuántos quedan?”, su hija contestó: “Ocho”. “En lugar de decir que no tenía ni idea, le pregunté por qué, y me contestó que dos habían salido de la concha pero seguían siendo ocho en la cesta”, rememora. 


Seguidamente, transcribo literalmente la entrevista publicada igualmente en La Vanguardia con el profesor :

“Todos los niños pueden ser Einstein si los motivas bien”
Tengo 44 años. Nací y vivo en Córdoba. Soy profesor de secundaria, experto en educación. Estoy casado con María y tenemos ocho hijos únicos (17, 16, 15, 13, 11, 9, 6 y 4 años). Soy un indignado. Soy un católico harto de la pobreza y la mentira. Si educas a niños, sonríe y exige
VÍCTOR-M. AMELA
Todos los niños pueden ser Einstein?
Tus hijos pueden alcanzar cualquier logro intelectual.

Pero Einstein… ¡eso es picar muy alto!
Einstein fue carne de fracaso escolar hasta los 15 años. “Mortalmente lerdo”, diagnosticó de él una profesora. “No está preparado para aprender, no llegará a nada”, dijo otro.
¿Tan desastroso era?
Su propia madre decía que era retrasado mental. Hasta los nueve años no habló bien.
¿Qué le pasó para pasar a ser genial?
Lo que puede pasarle a cualquiera: motivación y método. Motivación: pese a haber suspendido, un profesor le invitó a asistir gratis a sus clases. Por primera vez, sintió que le valoraban, que creían en él. ¡Sintió cariño!
¿Asistió Einstein a esa clase?
Tuvo que irse a otra escuela. Pero allí un profesor de historia hizo lo que nadie antes: pedirle opinión sobre las cosas.
¿Esto motivó a Einstein?
Sí. Si sientes que confían en ti, ¡te creces, para ser merecedor!
¿Y qué es eso del método?
Usó el hemisferio derecho para resolver problemas del izquierdo. Visualizaba una solución, y su esposa le ayudaba a formularla matemáticamente. Pero era el hemisferio derecho, el intuitivo y creativo, el que resolvía, no el izquierdo, el matemático.
Yo lo pasé fatal con las matemáticas.
Tus profesores no valoraron el uso de tu hemisferio derecho: podrías haber acabado encontrando la solución, pero no te dieron tiempo. Todos los escolares pueden ser motivados y todos pueden triunfar.
Cada uno nace con su inteligencia…
El coeficiente de inteligencia es innato, permanece inalterable… y no sirve para nada. ¡Lo determinante es la motivación!
¿Cómo motiva usted a sus alumnos?
Les digo que todos pueden sacar un 10 conmigo. A partir de ahí, ¡un 5 les parece poco!
¿Tan fácil?
La escuela pone el foco en la sanción, fomenta el miedo al error. Debería ponerlo en el acierto. Y en la creatividad. Pregunté a mis alumnos: “De ocho caracoles de una cesta, salen tres, ¿cuántos quedan?”.
Cinco, le dirían.
“Ocho – respondió uno-,porque han salido del caparazón, ¡pero no de la cesta!”. ¡Es una respuesta que no debería ser penalizada!
Entre tanto, 30% de fracaso escolar.
Nuestra escuela parece reñida con la inteligencia. ¡Es imposible que haya un 30% de tontos! Desconfiamos de los alumnos, los educamos para evitar el fracaso y no para tener éxito. ¡Aprendamos a jugar al éxito!
¿A usted le funciona?
Desde 1993 sólo he tenido que suspender a dos alumnos. Me han reñido por aprobar tanto. ¿Por qué? ¿No está bien lograr estimular a los alumnos para que triunfen?
Pues aconseje a sus colegas profesores.

Sabed ser el jefe de la camada. Alguien a quien los alumnos quieran seguir. Que noten que tú les ayudarás a mejorar.

¿Algo más?

Sí: no olvidéis la grandeza de este oficio. Centraos en los por qué y para qué más que en los cómo.Y usad lo que hoy se sabe acerca del aprendizaje.

¿Qué se sabe?

Que somos animales emocionales, y que una simple mirada aprobatoria de un profesor… estimulará al alumno. ¡Sólo educa quien quiere a alguien! Si queréis a vuestros alumnos, educaréis. Si no, no.

Nada estimula más a un alumno que el afecto, me quiere decir.

Es así. Sonríe… y exige. Si tu hijo detecta que confías en él, querrá superarse. A los niños les atrae el reto, la heroicidad.

Los padres, ¿debemos ayudarles o no a hacer los deberes?

Si tu niño puede abrocharse el abrigo, no se lo abroches tú. Oriéntale en los deberes, pero dile que sabes que él los resolverá. Si se los resuelves tú, le enseñas a ser incapaz.

Si pudiera imponer una sola reforma escolar, ¿cuál sería?

Dedicaría toda la primaria a una sola y única cosa: ¡aprender bien a leer y escribir!

¿Y nada más?

¡Nada hay más decisivo! Si están bien avezados en la lectura, podrán estudiar lo que quieran: se abren la puerta a todos los conocimientos. Y cuantas más cosas aprendan leyendo, ¡más inteligentes serán!

¿No es al revés?

“El aprendizaje es experiencia, el resto es información”, dijo Einstein. No aprendes cosas porque eres inteligente: aprender cosas te hace inteligente.

¿Y feliz?

Si de verdad eres inteligente, serás feliz.

¿Ah , sí?

La inteligencia consiste en resolver problemas, y el problema más difícil es ser feliz.

¿Puedo enseñarles a mis hijos cómo vivir felices?

Enséñales a superar obstáculos. A ver lo extraordinario en lo ordinario. A que todo acto tiene consecuencias. Y a amar de verdad.

¿Cómo se ama de verdad?

Sin esperar nada a cambio. Nada reporta tanta felicidad como hacer feliz al otro sin que siquiera se entere.

¿Haciendo eso nuestros hijos sean inteligentes y felices?

Dependerán menos de los azares y serán capaces de lo que se propongan. Y lo inteligente podría ser proponerse no estudiar una carrera.

Ocho hijos
¡Ocho hijos! Algo sabrá de crianza y educación este hombre: “A partir del cuarto hijo todo es fácil, pues entre ellos lo hacen todo: ponen la mesa, se hacen la cama, los mayores bañan a los pequeños…”, me explica. Llega acompañado de su hija mayor (en la foto), “cuya inteligencia es normal, pero lee en 15 segundos una página de un libro”. Alberca supo motivarla: “Los niños quieren leer desde los dos años… pero los frenan hasta los seis años. ¡Qué pena! Yo los incito, se sienten gratificados… y hoy leen mucho”. Seguro que la chica ya ha leído Todos los niños pueden ser Einstein (Toromitico), libro en que Alberca aboga por el afecto en vez de la amenaza y la sanción para acabar con el fracaso escolar.



Imágenes a partir de fotografías realizadas al cerebro de Einstein. Las zonas coloreadas corresponden a regiones de la corteza con una anchura anormal. Se cree que estas zonas estarían relacionadas con la dificultad con la que aprendió Einstein el lenguaje y su predominio del pensamiento visual. 
Imágenes a partir de fotografías realizadas al cerebro de Einstein. Las zonas coloreadas corresponden a regiones de la corteza con una anchura anormal. Se cree que estas anomalías guardan relación con la dificultad que tuvo Einstein para aprender el lenguaje y con su predominio visual en el pensamiento. (Wordpress.com)
 

 






                                     De plena actualidad.