miércoles, 23 de marzo de 2011

CONSECUENCIAS EN LA CALIDAD EDUCATIVA.

V.- I.E. CONSECUENCIAS EN LA CALIDAD EDUCATIVA

Aunque algunos de vosotros no sepáis inglés, no es en modo alguno necesario para comprender el vídeo que nos sirve de introducción, ya que las imágenes son suficientemente signficativas, estamos hablando del síndrome del "burnout" o como literalmente se dice "estar quemado" en el entorno laboral :



En el estudio sobre inteligencia emocional y consecuencias sobre la calidad educativa efectuado por Marc A. Brackett (Universidad de Yale), Raquel Palomera Martín (Universidad de Cantabria) y Paloma Gil-Olarte (colab. Universidad de Cádiz) "Revista de Educación 2006)"se manifiesta que


“Sin embargo, no podemos centrarnos sólamente en los estudiantes cuando hablamos de desarrollar habilidades socio-emocionales, puesto que también es necesario incidir en la necesidad de fomentar dichas capacidades en el profesorado. Hace tiempo que se viene hablando del agotamiento docente, de la frustación y desmotivación del profesorado, es decir, del síndrome de estar quemado o burnout que en España alcanza un promedio en torno al 33%. Esta enfermedad no sólo puede dar lugar a otras sintomatologías como la depresión o ser una de las primeras causas de absentismo baja laboral, sino que cuando los síntomas se mantienen a lo largo del tiempo o se agudizan pueden dar lugar a alteraciones psicofisiológicas  (insomnio, cefaleas, úlceras, alergias, etc) como consecuencia de los diversos estresores (Durán, Extremera y Rey).  Este síndrome, ampliamente estudiado, es consecuencia de la interacción entre diversos factores internos y externos del individuo (Travers y Coopers, 1997). Dentro de las causas externas se habla de la falta de recursos, los estereotipos negativos del docente, la presión social (Ortiz, 1995), la incomunicación, la falta de cooperación entre la familia, los compañeros y las autoridades y la desmotivación e indisciplina de los alumnos (Doménech, 1995; Vandergue y Hugerman, 1999).Atendiendo a los factores personales, el nivel de experiencia, autoestima,estilo atribucional, personalidad, etc se han visto relacionados con la aparición o mantenimiento de este síndrome (Maslach, Schaufeli y Leiter, 2001; Valero, 1997)"

Imagino que al leer estas líneas muchos/as compañeros/as se habrán sentido identificados o habrán sentido que en algún momento de su trayectoria docente han tenido que experimentar alguna experiencia similar.
La Inteligencia Emocional, pues, se encontraría dentro de este último grupo de factores individuales, de esta manera a lo largo de nuestra carrera profesional nos habremos encontrado en nuestro caminar con compañeros que son más resistentes a dichos estresores por la habilidad o capacidad que tienen para percibir, comprender y regular tanto sus emociones como las de los demás. De esta forma, desarrollan ciertas estrategias de ajuste en función a las distintas situaciones estresantes que se les presentan en el aula en cada momento, y las van resolviendo con efectividad.
 
La Inteligencia Emocional aparece entonces como un elemento que nos da la respuesta  y nos puede servir de prevención  a todas aquellas situaciones de malestar docente que los profesores responsables del estudio anteriormente mencionado, señalan.

Mearns y Cain (2003) concluyeron que los profesores que se perciben a sí mismos como poseedores de cierto grado de habilidad para regular sus emociones utilizan más estrategias activas para enfrentarse a las situaciones estresantes en el entorno académico, experimentan menos consecuencias negativas de estrés y mayor realización personal, como bien se reseña en dicho estudio.
En España, varios estudios igualmente han evaluado también el papel de la Inteligencia Emocional en la interacción escolar. Se ha encontrado un mayor uso de estrategias de supresión de pensamientos negativos y mayor ajuste emocional en los profesores que se perciben con mayor Inteligencia Emocional, sobre todo aquellos con mayor capacidad para reparar las emociones negativas. Al tiempo, aquellos que comprenden y no atienden en exceso a las emociones propias o de los otros sienten mayores niveles de realización profesional. Estos resultados se muestran significativos incluso al controlar el efecto de variables como la edad, el sexo y los años de docencia (Extremera, Fernández-Berrocal y Durán, 2003)."

Por tanto, no sólo es ampliamente recomendable y obviamente esencial un buen entrenamiento de ténicas de inteligencia emocional en nuestros pupilos, sino también que tengamos docentes bien ajustados emocionalmente, docentes con buenas capacidades interpersonales e intrapersonales, habida cuenta de los cambios tan vertiginosos experimentados en el modelo socio-familiar de nuestros alumnos y las circunstancias ambientales y sociales de las últimas décadas.

Para ello resulta interesante la visualización del siguiente vídeo que aborda la situación en España actualmente bajo el punto de vista de distintos profesionales :