INTELIGENCIA EMOCIONAL, LA AGMIDLALA.

III.- INTELIGENCIA EMOCIONAL, LA AMIGDALA

Debemos mencionar que cada uno de nosotros aprende sólo lo que quiere, con lo que el  aprendizaje debe estar prediseñado en función de los sueños y expectativas del alumno, de sus aspiraciones personales, ya que es la mejor manera de evitar las resistencias, los temores del niño y alentar la voluntad de aprender. El sistema es más eficaz cuando se centra más en el aprendizaje que en el rendimiento. Ésto último es de todos los docentes sabido, pero muchas veces nos obsesionamos en el rendimiento sin ponernos a pensar en el proceso de aprendizaje, que es lo realmente fundamental.

Además, los  criterios de éxito que se marcan deben ser los del propio educando ya que éstos serán realmente significativos para él o para ella, y supondrán un verdadero aprendizaje.

Por otro lado, hemos de considerar que la Inteligencia Emocional se asienta en circuitos neuronales que están entre los centros ejecutivos del cerebro, los lóbulos prefrontales, y el sistema límbico donde se encuentran la motivación, los impulsos y las emociones con lo que tendremos que desarrollar un sistema de formación que se dirija al sistema límbico y no al neocórtex.

Los resultados  recientes de las  investigaciones neurofisiológicas y neuropsicológicas nos obligan a reconsiderar los mecanismos decisorios y a tener en cuenta la participación de las emociones en estos procesos. La amígdala, una estructura capaz de asignar significado emocional a los estímulos ambientales, pone en marcha una serie de reacciones de carácter motor, autonómico, endocrino y del sistema nervioso central, que constituyen la expresión emocional. Todos estos cambios revierten, a su vez sobre el cerebro, en lo que se conoce como la experiencia de las emociones o los sentimientos. Por otro lado, las investigaciones neuropsicológicas han revelado la importancia de la corteza prefrontal en la toma de decisiones. La neurobiología está confirmando en definitiva lo que de forma intuitiva afirmó Pascal al escribir que "El corazón tiene razones que la razón ignora".

El ser humano adecúa sus emociones, sus conductas y sus ideas a lo que imagina sobre el mundo mental del otro. Este proceso requiere aptitud sensorial para percibir los indicios y señales emitidos por el cuerpo del otro y una aptitud neurológica para convertirlos en signos que formen una representación del mundo del otro.

Nada mejor para ir comprendiendo todo ésto que unos vídeos, porque, una imagen vale más que mil palabras ¿verdad?

La importancia de dar las gracias, de ser agradecidos, gracias por ayudarme, gracias por estar a mi lado, gracias por escucharme, gracias por enseñarme, gracias por acordarte de mí, gracias por dedicarme tu tiempo, gracias por corregirme, gracias por respetarme, gracias por tener confianza en mí, gracias por dejarme pasar , gracias por preguntarme cómo estoy,gracias por esperar a que pase, gracias por ayudar a recoger mis cosas, gracias por dejarnos la clase limpia, gracias por acompañarne,  gracias, gracias, gracias por tu sonrisa….

A lo largo del día, hay tantas y tantas ocasiones para dar las gracias, porque el dar o recibir “Gracias”, tiene escondidos algunos secretos: El dar las gracias hace que seamos humildes; alguien ha hecho algo por nosotros, nos ha ayudado, nos ha enseñado, y lo agradecemos, demostramos amabilidad, reconocimiento, respeto, cariño,nos engrandece como personas, nos ayuda a crecer por dentro…y obliga a prestar atención a la otra persona, a pensar en ella, a valorar lo que ha hecho por nosotros, y esto produce placer emocional,  a quien las da y a quien las recibe. Esto es algo que frecuentemente se nos olvida y que debemos de acostumbrarnos a enseñar a nuestros alumnos.

Un juego muy divertido es aprender a contabilizar cuántas veces al día hemos dado las gracias a los que nos rodean (padres, amigos, compañeros, profesores) por tantas cosas como hemos de demostrar y a que antes se ha hecho referencia. Ésto es algo que nos satisface mucho, nos hace sentirnos bien y hace sentirse muy bien a todos los que están a nuestro alrededor.

Llega un momento que si transmitimos ésto a nuestros alumnos de forma sistemática, lo adquieren de tal manera, que formará parte inseparable de sus vidas como una rutina más adquirida y un hábito más que nos hará sentirnos orgullosos de ellos y de nosotros mismos como docentes.